Es probable que el mejor discurso de la carrera política de Claudia Sheinbaum, al menos hasta ahora, lo haya dado este 1 de octubre, día que tomó protesta como la primera mujer presidenta en la historia de México.
A una dirigente que viene de la academia, rigurosa y escueta en el uso y escogencia de sus palabras, este martes se le vio su faceta más efusiva y ampulosa, digna del momento histórico que protagoniza.
“Soy madre, abuela, científica y mujer de fe. Y a partir de hoy, por voluntad del pueblo de México, la presidenta constitucional de los Estados Unidos Mexicanos”, dijo al final del discurso ante los aplausos y gritos de sus aliados en el Congreso de la Unión.
Sheinbaum, de 62 años y exalcaldesa de Ciudad de México, llega al poder tras una contundente victoria en las elecciones generales del 2 de junio: le sacó 30 puntos porcentuales a su oponente, Xóchitl Gálvez, y su coalición, Morena, logró amplias mayorías en el Congreso.
La presidenta, sin embargo, se enfrenta a grandes desafíos: suplir, por ejemplo, a un mandatario carismático como Andrés Manuel López Obrador, contener la crisis de inseguridad que azota al país y mantener la estabilidad de una economía que empieza a mostrar fisuras.
Pero para todo desafío Sheinbaum dedicó este martes algunas palabras: agradeció a AMLO por su gobierno, detalló la que será su agenda en Seguridad y envió un mensaje de calma a los mercados internacionales.
Sheinbaum ganó la presidencia no solo gracias a la popularidad de AMLO, que sobrepasa el 70% de aceptación, sino también a que durante la campaña supo diferenciarse de él con lo que ella llama su “sello propio”.
Y en su discurso de posesión, quiso mantener esa línea.